“Renuevo mi llamamiento de corazón a autorizar la entrada de una ayuda” “y a poner fin a las hostilidades", dijo el pontífice en su primera audiencia general.
El deportista le regaló una de sus raquetas al Papa y le preguntó si quería "jugar". Mirando a su alrededor, en una sala con obras valiosas, contestó: "Mejor no".